Lunes de furia
¿Es que soy una persona violenta?
¿Es que todo ha sido en vano?
¿Es que he tirado por
la borda todo lo que he construido?
Un derrumbe del que no Salí ilesa, quede atrapada entre los
escombros de mi misma, de lo peor de mi, de lo mal aprendido.
Ya no quiero cimientos fuertes, la caída es más dolorosa,
una casa de naipes, con ese sonido en particular que hacen cuando se rozan
entre sí o cuando chocan seguros en la mesa y ese olor que lo podría reconocer
en cualquier lado en cualquier tiempo, olor de tantas manos que lo han tocado.
¿En definitiva eso hace a un cuerpo no? A la semana de tu
velorio busque mensajes de voz en ambos teléfonos, me desesperó saber que no
volvería a escuchar esa voz, no había ninguno, se habían borrado solos por el
tiempo. Uno de mis primos tiene tu voz, me quedo inmóvil escuchándolo con una
atención de niño, como cuando alguien aprende algo nuevo. Estoy aprendiendo a
estar en duelo.
Lunes de furia. Me pasó algo que me descoloco de mí, reaccione
violentamente muy violentamente ante algo cotidiano, un insulto.
Es común y cotidiana la violencia machista a la que estamos
expuestas las mujeres que manejamos, recibimos cosas de todo tipo, desde
declaraciones de amor, de deseo, a insultos de los más variados, hasta algún semental
bondadoso que se apiada y nos da consejos para que manejemos “mejor”, porque por
supuesto él lo hace mejor porque es hombre.
Aprendí a manejar en el mismo contexto de violencia, un
amigo de uno de mis hermanos abrió una academia para enseñar a manejar, era
cubano y se estaba “asentando” en córdoba. Se enamoro de mi cuerpo como le pasa
y paso a muchos hombres, cuerpo que no es solo el cuerpo en su forma, sino
cuerpo que es un cuerpo de mujer y que para mucha gente pareciera significar,
cuerpo a disposición de los deseos de cualquiera. Mi última clase fue una
escena de abuso romantizada, me llevo a las sierras a un lugar apartado que él conocía
con la escusa de que iba a aprender a manejar en ruta y en un camino de tierra,
y allí nos bajamos a descansar un momento e intento besarme, creo que lo hizo,
me toco un poco el culo y pude zafarme, dejarle en claro que no me interesaba
en lo mas mínimo un tipo de 50 años con esposa e hijos teniendo yo 19. Esa fue mi última clase, le conté a mi padre lo que había sucedido le dije que no
quería tomar más clases de manejo, el hablo con mi hermano (este era un
problema que se arreglaba entre hombres) y me consiguieron un carnet de
conducir, no sé cómo, no sé qué paso, no lo volví a ver nunca más. Cambiamos
una tocada de culo por un carnet de conducir.
La violencia es algo
que se hizo carne en mí desde niña, como en todas las mujeres, pero en algunos más
que otras, tener que sobrevivir es violento. No me quiero justificar, está mal,
ser violenta está mal, por la simple razón que uno no tiene la capacidad de
decidir cuando no serlo, entonces, podes ser violenta con alguien que queres o
que te quiere, y eso es terriblemente desolador.
Este lunes un taxista me insulto porque no iba lo suficientemente
rápido en una subida para él. Entre los insultos se encontraban las siguientes palabras:
“negra de mierda”, “negra papuda”, “pelotuda”, “hija de puta”, “si no sabes
manejar no manejes”. De todos fue este último el que me saco, aprender a
manejar me costó, no porque sea difícil, sino porque el mundo le pertenece a
los hombres. Y manejo hace más de 10 años, he manejado por toda la argentina,
amo manejar, amo viajar. Me sacó, porque él no sabe nada de nada, pero puede
juzgar y decir que hacer desde ese lugar de no saber nada de nada por el solo
hecho de ser hombre y de ser taxista. Lo insulté, me puse al lado de su
ventanilla y lo insulte, grite tanto que me duele la garganta aún. Se ofendió,
me volvió a recitar esta poesía de insultos y acelero, yo lo interpreté como
que me dejo hablando sola, gritando sola, eso me enojo mucho. Frené, lo llamé,
no frenó. Lo seguí, tuvo que frenar en una rotonda, me baje del auto, le abrí
la puerta de su auto, e intente sacarlo desde el lado del acompañante
arrastrando su cuerpo para romperle la cabeza en el asfalto.
Para suerte mía y del taxista, llevaba una pasajera, esta
tenía en el asiento de adelante una valija que se interpuso entre el hombre y yo,
y creo yo, salvo nuestras vidas.
El hombre dejo de insultarme, el muy cobarde ahora me amenazaba
con su pasajera, diciéndome que ella era abogada y que me iba a demandar ¿? Allí
volví a mi, no porque su amenaza fuera frenar mi furia, sino porque en ese
momento me di cuenta de que atrás había una persona, una mujer, otra mujer, y
que mis gritos y mi violencia seguramente la estaban atemorizando.
Al grito de: “cobarde si me vas a insultar vení y nos caguemos a trompadas” mientras lo sujetaba de su remera blanca y azul, él me miraba desconcertado, creo que
era la primera vez que le pasaba, era la primera vez que una mujer reaccionaba como un hombre. Porque es sabido que los taxistas solo insultan así a las
mujeres, de los hombres se cuidan porque saben que los pueden golpear.
No sé que estaba disputando a los gritos en la calle, no sé qué
significaba para mí en ese momento poder pegarle a este hombre, no sé a qué
tipo de reconocimiento estaba aspirando. No sé que se encendió en mi que hizo
que no me importe que mi compañera estuviese en el auto junto a mi perra, que no
me importe el espectáculo público, que no me importe haber dejado el auto en
marcha en el medio de una avenida, que no me importe que venga la policía y me
lleve presa, que no me importe nada. Y este es el punto al que quería llegar. Estoy
aterrorizada de esa sensación de no importarme nada, de estar completamente
arrojada al deseo de matar, porque si, digamos las cosas como son: lo quería
matar.
¿Alguien puede reconocerse tranquilo en el deseo de matar? Yo no puedo. No puedo dejar de pensar en esa pasajera,
no puedo mirar a los ojos a mi compañera, pero tampoco puedo seguir aguantando
violencias todos los días, naturalizando el insulto, el acoso… ¿Quién pone el
límite? Yo.
¿Es esta angustia una victoria del patriarcado?
¿Las mujeres tenemos negado el sentimiento de la violencia?
¿Si fuese un hombre me sentiría así?